miércoles, 21 de noviembre de 2007

Hay sólo un paso de la gloria al ocaso

Una nación desolada por grandes problemas económicos, políticos, sociales y culturales, encuentra en el deporte, un respiro para los poros de la sociedad que necesita con frecuencia momentos jubilosos que la aparten de todos los inconvenientes que se han vuelto tan frecuentes como normales.

El fútbol, como deporte masificador, ha servido para que los colombianos se aparten de la realidad y disfruten de alegrías pasajeras; pero en ocasiones esos escenarios se encuentran invadidos por los problemas que rodean la estabilidad nacional.

Cuando esos inconvenientes penetran en el fútbol, casi siempre los más perjudicados son los técnicos, involucrándose una vez más la cultura en el deporte, pero por qué la cultura, muy simple, porque acá los ídolos los matamos después de haberlos llevado a la gloria.

En Europa los técnicos tienen un valor agregado y allá ellos conservan mayores garantías y una estabilidad aceptable que les permite laborar con mayor tranquilidad, pero acá, específicamente en Colombia, son maltratados, ultrajados y pisoteados cuando dos o tres resultados no son positivos.

Empecemos entonces con un recorrido histórico por algunos técnicos que han quedado en el ocaso por diferentes factores o han alcanzado la gloria y luego el olvido ha sido su mayor compañía; uno de los directores técnicos más relevantes a través de toda la historia del Fútbol Profesional Colombiano, Gabriel Ochoa Uribe, quien ganó 13 títulos de nuestro fútbol, ha sido marcado por el narcotráfico y en algunos sectores nunca se le ha reconocido todos sus logros, cuando su marca es histórica y marca una brecha extensa con su perseguidor.

Cabe resaltar que Colombia, un país invadido por tantos problemas, se ha convertido en una nación señaladora y que no perdona cualquier movimiento en falso, y en eso los técnicos también han contribuido para que la comunidad los mire con malos ojos, porque como Ochoa, Luis Augusto García también ha sido un ganador, pero sus actuaciones no han dejado relucir todas sus victorias.

García sin lugar a dudas es el adiestrador con más títulos y pergaminos de las últimas décadas, pero sus decisiones erróneas lo han llevado al lugar que muchos tienen como sendero, el ocaso, ese mismo que le ocasionó el repudio de todos sus compatriotas, sus cuatro títulos con diferentes equipos del Fútbol Colombiano no han permitido que la mancha que rodea su nombre sea desfalcada, todo porque como ya es conocido sus nexos como dirigente de fútbol lo hacen ver como un personaje abominable, sumado a eso la inclusión de su hijo a la Selección Nacional de Fútbol, cuando habían jugadores que superaban su nivel; por eso su categoría, nivel, trayectoria y logros ya no son recordados por un pueblo que sufre de amnesia y como ya se recalcó antes derrota, castiga y suprime a todos los personajes que alguna vez fueron ídolos, afirmando igualmente que en varias ocasiones esos sentimientos son obrados por los mismos directores técnicos.

Igualmente los entrenadores son ocasionalmente motivo de burla para los fanáticos, todo esto derivado de las malas gestiones que se hacen en los medios de comunicación, es así como el caso de Juan José Peláez vuelve a renacer con la prematura eliminación del Deportivo Independiente Medellín en la Copa Mustang II del presente año; ahora su apodo vuelve a tomar fuerza, ese de virreina, que aunque para algunos sea causal de sonrisas, para un buen analista deportivo debería ser motivo de vergüenza, todo dado a que fue campeón con Atlético Nacional en el 94, conformando uno de los mejores conjuntos de toda la historia de este club; posteriormente disputó la final de la Copa Libertadores en el 95, la cual perdió con el equipo gaucho de Gremio de Brasil, de ahí en adelante no ha podido salir de una racha de constantes subtítulos, pero si ha podido llegar a más finales con los clubes antioqueños es porque su gestión deportiva no puede estar tan equívoca.

Es innumerable el caso de adiestradores del fútbol que han pasado de la gloria a la desventura, pero algunos son tan llamativos que vale la pena resaltarlos, alguno de esos es Francisco Maturana, que le entregó al país dos de los tres títulos más relevantes del Fútbol Colombiano en toda su historia, los logros obtenidos en el Campín de Bogotá con Atlético Nacional en 1989 en la Copa Libertadores y la Copa América obtenida en el 2001 venciendo a México han sido junto con el logro alcanzado por Luis Fernando Montoya con el Once Caldas en la Libertadores, los tres triunfos más destacables de nuestro fútbol, y aún así su presencia y nombre es motivo de burlas por parte de fanáticos, compañeros de trabajo y los supuestos periodistas.

Víctor Luna es un asunto muy peculiar; el Deportivo Independiente Medellín ajustaba más de cuatro décadas sin obtener un título en el rentado colombiano, además su participación internacional nunca había sido relevante, sus hinchas estaban ya exhaustos de las burlas por parte de su máximo rival, Nacional de Medellín. Luna hizo lo que parecía imposible, sacar campeón a un equipo que no tenía caparazón de grande, sí señores, el Medellín obtuvo el logro en el 2002, hizo su mejor labor en la Copa Libertadores al llegar a las semifinales e increíblemente después de todos estos triunfos pasó lo mismo de siempre, Víctor Luna fue desechado del club después del primer tropezón, algo que parecía impensado; pero bueno así es nuestra sociedad, lo que sirvió algún día, al otro ya no es nada y para acabar de ajustar una hinchada que recalcaba en uno de sus coros que no necesitaba que su equipo estuviera arriba para quererlo, expulsaba con sus cánticos al técnico que los sacó de las penurias después de tanto tiempo.

Otro caso más reciente, pero que sigue marcando la cultura futbolística de nuestra nación, es el de Pedro Sarmiento, técnico que sacó campeón al Deportivo Independiente Medellín (2004) y luego al Deportivo Cali (2005) y de los dos conjuntos debió salir por la puerta de atrás sin ser revisado su historial e importancia que tuvo su cargo para las dos instituciones; pero lo del conjunto azucarero es más destacable, increíblemente después de obtener este logro, rédito que el Cali no obtenía desde el 98 fue expulsado del club por haber perdido la final del siguiente torneo con el Deportivo Pasto, está bien ese fue un fracaso marcado, pero si sería suficiente para que Pedro saliera del Cali, no lo creo, en estas instancias es cuando todos miramos al continente europeo y observamos como el Manchester United continúa siendo guiado por el mismo técnico desde hace ya 21 años.

Más reciente aún se encuentra el caso de Jorge Luis Pinto, que indudablemente ha cometido varios errores en el manejo de la Selección, pero lo grave no es eso, lo delicado es que varios medios le han inculcado la idea a los hinchas de que no es un técnico ganador, cuando sólo meses atrás lo alababan por su desempeño con el Alianza Lima Del Perú y el Cúcuta Deportivo, conjuntos que llevó al título, y ahora que vuelve a estar en sus mejores momentos siguen criticando su andar con el combinado patrio, todo como para no demostrar que sus conceptos estuvieron erróneos. La verdad que tristeza de periodistas los que tenemos, porque está bien que un hincha sufra de amnesia, pero un verdadero periodista deportivo no puede hacer lo mismo, menos cuando se supone que todos sus conceptos deben estar basados en los argumentos, pero sólo especifican el presente y el pasado de los demás es sólo basura.

Uno que no es precisamente colombiano raso, pero que por cuestiones legales es ahora un colombo-argentino, es Óscar Héctor Quintabani, un hombre que ha sido campeón con dos equipos totalmente opuestos, uno que apenas empezaba a saborear las mieles del triunfo como el Deportivo Pasto y otro laureado y considerado el equipo más relevante del país por la CONMEBOL, el Atlético Nacional, a los dos lo llevó de su mano a la conquista de un título del Fútbol Profesional Colombiano, pero ni así, ni siendo el adiestrador más regular del presente torneo, es de los afectos de varios periodistas que critican continuamente su manera de dirigir y no observan la consecución de objetivos que ha alcanzado Quintabani, esto es algo que ya parece una costumbre nacional, un país que no se cansa de derrumbar a sus ídolos, ya sea en el deporte, o en cualquier otro ámbito, porque recordemos que ese inconveniente se ve reflejado en varias situaciones del trascurrir social del país.